sábado, 16 de agosto de 2014

RESTAURANTE YAKITORO (MADRID).

C/DE LA REINA, 41. MADRID.

Hoy toca hablar sobre uno de los restaurante que, bajo mi humilde opinión, va a ser referencia de la capital de España; el Restaurante Yakitoro.

Lo más llamativo que nos encontramos a primera vista sobre citado restaurante es su propietario. El genial y popular cocinero Alberto Chicote (presentador de Top Chef y Pesadilla en la Cocina entre otros). Así que hablar y criticar el restaurante de uno de tus chefs favoritos es tarea ardo complicada.

¿Y qué necesidad tiene un reputado Chef como Alberto Chicote para embarcarse en una aventura de este estilo cuando a priori no lo necesita?...fácil, ama la cocina, pero lo más importante de eso no es solo que la ame, si no que la acerque a todos los públicos y eso ocurre con Yakitoro. Podía aprender otro de mis chefs favoritos sobre acercar la cocina a todo el mundo…si, te lo digo a ti, gran Gordon Ramsey. Pero de Ramsey no es momento para hablar ahora; ahora toca hablar del gran Alberto Chicote y su Yakitoro, un restaurante japonés muy castizo.

Lo primero que me llamo la atención fue cuando llame para reservar mesa y me encontré con que hay un horario especifico para reservar. Genial pensé…lo que ya no me pareció tan genial es cuando me dijeron que no había sitio para mi…ni para mi ni para nadie, directamente no había sitio.

Eso fue algo que no había pensado pero, y aquí viene lo bueno, podía ir a comer o cenar al restaurante en otro horario…”¿Qué me parecía un late lunch?” me dijeron. “Tenemos horario de 12.30 a 00.00 horas ininterrumpidos”. Perfecto, allí iba a estar.

Y allí acudí una tarde de un sábado a las 15.45 horas. Al principio me costo un poco ubicarlo, pero finalmente lo localice. Unos grandes cristaleras que hacían chaflán sin ningún tipo de revestimiento. Cristalera sobrias, ni rastro de Yakitoro o Chicote por ningún sitio.

Finalmente localice la puerta, un recatado cartel me lo anunciaba “Yakitoro by Alberto Chicote”. Cruce su porche, sus puertas y espere.

Allí me atendió una amable y sonriente señorita. “¿Cuántos sois?”, dos le dije yo. “Sígueme”.

La mujer nos sentó en una mesa del fondo a la derecha. Pero cual era mi sorpresa, esa mesa ya se encontraba ocupada. Dos mujeres estaban sentadas en la esquina derecha de la misma. Yo y mi acompañante nos sentábamos en la otra punta. La verdad, que para un tipo algo antisocial como puedo llegar a ser yo, no es la situación mas cómoda del mundo tener a dos completas desconocidas a mi lado compartiendo mesa, que no mantel.

El local, es un lugar curioso cuanto menos. En el centro de la sala encontramos la gran protagonista de la misma: la parrilla. Una parrilla que para mi sorpresa, ni olía ni echaba humo por ningún lado (y eso que la tenia a una distancia propia de ser olfateada). En el lateral contrario a los ventanales encontrábamos la cocina, totalmente acristalada, pero sobre todo limpia muy limpia y con grandes profesionales en su interior. ¿Y su techo?, digamos que me encanto la originalidad de sus paneles.

Vista de una zona del restaurante.

Las mesas, madre mía, las mesas merecen un comentario aparte. ¿Cerveza constantemente fría?, Yakitoro es tu sitio. Las mesas disponen en el centro de las mismas de un sistema de hielos, donde conservas tu bebida fría todo el tiempo: eso se llama ser una mesa útil.

Llegaba el momento de elegir la bebida y la comida. La bebida me sorprendió, casi todas las cervezas eran de medio litro…pero ¿eso es relevante en un sitio donde la cerveza va a estar fría constantemente?. Para nada, al contrario, creo que es el tamaño adecuado para un lugar donde tu cerveza será eternamente fría. Nos decidimos por dos cervezas Japonesas que para algo estábamos en un Japo, ¿No?.

Cubiteras del centro de la mesa.

Para decidir la comida decidí recurrir a un recurso que me enseño mi madre desde bien pequeñito y que se basa en el “si no sabes algo, pregunta”; así que eso hice. Le pregunte al camarero que nos atendía como debía pedir para elegir la cantidad adecuada para no quedarme corto ni pasarme. Tengo que decir que el camarero que me atendió (creo que se llamaba Jesús) era un tipo muy agradable y risueño, pero vestía de una manera (como todos los camareros del restaurante) algo extraña. No sabia si me iba a servir la comida o a cambiarme el aceite de mi coche; visten con una especie de mono verdoso, que al menos, es curioso. Una buena forma de distinguirles y espero (por su bien) que cómoda.

Pues a lo que iba, Jesús (espero que te llamases así y si no pues ya te he rebautizado), nos recomendó pedir tres Yakitoro (que no solo es el nombre del local, también se refiere a la brocheta a la brasa que te sirven interpretada de distintas maneras) y uno de los platos para acompañar.

Nos decidimos por pedir un arroz blanco aliñado con sabores de oriente  para acompañar. En cuanto a los Yakitoro, pedimos  pollo frito crujiente con salsa agridulce cañí, pequeñas patatas asadas con salsa brava y albóndigas de cerdo lacadas con miel de romero.

Los platos comenzaron a llegar. El arroz, simple y delicioso. Daba gusto notar su textura en la boca. Los Yakitoro: deliciosas brochetas (dos) con todo aquello que habíamos pedido. Quizá, de todas, el menos destacado seria el yakitoro de patatas, pero no por su sabor o forma de cocinas; si no por que es algo más común. Un sabor mas familiar. En cambio, las albóndigas y el pollo espectaculares. Jamás había probado un pollo crujiente y tan bien cocinado y jugoso por dentro. Sobresaliente.

Parte del primer asalto.

Una vez devoramos los platos, teníamos ganas de más. Así que, volvimos a mirar nuestras cartas y a elegir tres nuevos Yakitoro para degustar, que no comer. Comer es lo que hago cada día en mi casa con el fin de alimentarme. En el restaurante Yakitoro estaba degustando; ingiriendo alimentos que únicamente me producían un éxtasis de sabores al probarlos…pero eso si, devorando, puesto que la velocidad a la que iban cayendo los platos solo podía tratarse de una acción de tal calibre.

         Nuestro camarero no había acertado. Tenia ante él a dos personas disfrutando de la comida y sin ganas de para, así que los siguientes Yakitoro fueron pequeños chipirones con salsa de cebollas dulces, alitas de pollo lacadas con miel de caña y un toque de pimientas, y pollo y papa canaria con mojo rojo.

         En este segundo asalto, sin duda alguna, los chipirones fueron los grandes vencedores de la velada. Cocinados de una manera sublime se iban deshaciendo entre unos sabores propios de las mejores cocinas. El pollo y la papa canaria con salsa de mojo rojo, sin embargo, paso más desapercibido; fruto, quizá, del gran éxito anterior del pollo crujiente . Pero, (tenia que haber un pero), las alitas de pollo se cayeron de maduras. La miel con la que venían lacadas estaba quemada y sabia a ello. ¿Y por que lo se?, por que aquí, el cocinillas que suscribe, ha conseguido quemar en mas de una y de dos ocasiones la miel que he utilizado para algunos de mis platos. Un error, de acuerdo, pero me tuvo que tocar a mi.

Segundo asalto.

Hay que decir, que durante este ya mencionado segundo asalto a la carta del chef Chicote, por dos ocasiones, nos trajeron platos que no habíamos pedido. Un fallo de bulto, pero suponemos que fruto de los comienzos, que hasta para el gran Alberto, son difíciles.

Llego la hora del postre y para el postre ya no nos atendía Jesús, si no una simpática joven, que había sustituido a nuestro amigo. Nos ofreció nuevamente la carta y pedimos un yakitoro de marshmallow y un helado de vainilla, aceite de oliva, jengibre y crackers de avellana.

         Cuando llego el yakitoro de marshmallow, mi vida se transporto a mi infancia. ¿Os acordáis de las nubes de gominola que la mayoría comíamos en la infancia?; pues eran ellas pero cocinadas. Simplemente geniales. ¿Y que decir del helado?. Bueno, solo os diré que ya no he vuelto a concebir un helado de vainilla que no vaya acompañado por su correspondiente baño de aceite de oliva. Increíble.

Yakitoro de Marshmallow.


Antes de irme y a la espera de que me trajeran la temida cuenta, decidí ir a los baños (la cerveza que siempre trae consecuencias). Allí descubrí que por fin alguien piensa como yo. ¿Por qué hay que tocar un grifo para abrir el agua?, ¿No es algo antihigiénico?. Solución: pulsadores de pie para el agua y evitas tener que tocar elemento alguno. Genial señores.



Al volver, allí me estaba esperando la factura y mi sonriente acompañante (ella sabia que estaba invitada y pagaba yo). La factura me sorprendió. Había comido diferente y espectacularmente bien y no salíamos a mas de veinticinco euros por cabeza. Sin duda una calidad que supera al precio. Así que uno paga a gusto y soltando una merecida propina.



Al abandonar el local, la sensación fue la siguiente: estaba deseando volver y casi no había salido. Así que, creo que si no has ido y estas leyendo esto hasta el final (lo primero es darte las gracias), estas tardando en pegarte una escapada por la Capital y visitar el restaurante del genio Alberto Chicote.




RESTAURANTE YAKITORO

C/de la Reina 41, 28004 Madrid.
Teléfono: 917.371.441.
Web: www.yakitoro.com
Cocina: Todos los públicos.
Ambiente: Moderno.
¿Con quién?: Amigos/ Pareja/ Familia.
Precio: 25 euros.

Nota “Tengo Mesa Reservada”: 8/10

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